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Crítica de Arte por la Dra. Giada Eva Elisa Tarantino a Eddie Mosler

“[...] Y el espacio hierve de sueños pero aquí sólo bailan las estrellas, en el claro grito del viento, y yo soy espolón, ala de golondrina, ojo petrificado de gavilán. Respiro este huracán de quimeras transitorias, sobre la montaña que duerme en el ojo de la reina luna” [A. Frattini, "Alto en las nubes", en Salud en el espejismo (1956-1964), Edición de Historia y Literatura, Roma 1965] La physis se conforma y transmuta en el Rostro de la Obra: totalidad creadora y destructiva, inocencia, explosión agonal de las mónadas, cosmogonía personal; de ella germina nuestro vértigo, éxtasis por un tiempo irrepetible, un kairós sobrenatural, que el Artífice ha rebajado cromáticamente en un surco de dimensión histórica y material, para que lo comprendamos. Conteniendo el flujo majestuoso de cada nacimiento y laceración, de cada peregrinaje secular hacia los orígenes, de cada flujo temporal, está la alta dehiscencia del Arte vibrante de Eddie Mosler, Maestro internacional oriundo de Ecuador, ahora presentado por la Prestigiosa Fundación Costanza; se desea el diálogo entre Culturas a través del calibre conmovedor y potente, de un lirismo ancestral, de la intersubjetividad de la creación, que estigmatiza en dinámicas axiales del sistema de referencia cartesiano o en curvas asintóticas oblicuas como atisbos repletos de multitudes refractantes, la representación del Irrepetibilidad y Unicidad de la existencia. Emerge salpicada de aflatos blancos, destellos tonales y efusiones de vida, anhelos y llantos, estremecimientos de profundo y visceral Sentimiento total, en fondos pareidólicos y reveladores, el inmenso e inmanente itinerario cíclico de lo transitorio, lo amoral, la dimensión prenatal de acto dinámico intemporal del ser humano sensible relacionado con lo eterno: una suntuosa y conmovedora proyección ortogonal - entre la sustancia ontológica (del gr. Hipóstasis) y la sublime espiral áurea que la pivota, entre el sinol aristotélico (causa y principio del cuerpo viviente) y la indecible Conciencia omnisciente de cada aliento y creó, entre lo informe y el Arquetipo, el Caos y el Orden, el alfa y omega de un merismo total y sagrado que impregna los atrios de color como si fueran cámaras anecoicas en conjunción con el crepitar, frecuencias palpitantes, ensordecedoras de las ardientes y oscuras arterias vectoriales esparcidas en la Obra, entre la vida y la Creación misma- desdobla la composición en dos registros principales colocados en altercado y compendio mutuo, pregunta y respuesta, a Poema Visual; los lleva una corriente secreta, un fluir heracliteano dentro del cual no hay simetría, sino un majestuoso equilibrio de fuerzas, un sabio agarre compositivo y matérico que moldea y remodela lo inagotable, lo inalcanzable, lo incontenible, a través del puro y único medio del Color. Eddie Mosler da vida a imágenes anicónicas transsubjetivas, que narran la odisea secular del fiat, de la Humanidad -o más bien la llamada 'Historia de la Salvación' que recordamos a través de los sublimes testimonios arcaicos de los artefactos de marfil o las pinturas al fresco del Arte paleocristiano, matriz iconográfica e iconológica de la Historia del Arte que de hecho historiográficamente dibuja su origen y cumplimiento conceptual y temporal en el Episodio de la Anunciación, de los evangelismos, del Nacimiento de Cristo -es decir, del revelado y la Luz encarnada, como Sabiduría-, vista 'desde arriba' en su propio y magnífico vagar, amoroso, renovador, desesperanzado, dentro del caudal supremo de la Eternidad que nos domina y nos correlaciona como linfa oscura y ardiente que todo lo reconduce al Todo: las llamas rojas, las costillas de Color, amarillo brillante como un escalofrío, verde cadmio, púrpura como condensación auroral sinestésica y marginal en cuya composición casi podemos percibir el sabor y el calor intenso, el alfabeto soteriológico sumergido de las alas de la Ópera, la barestesia inagotable del azul ultramarino y real como bordes de una tierra aún desconocida que tiene nuestro Nombre, índigo como un dolor sobrehumano excavado en el Lienzo, en el dolor desconocido de perderse en un soplo coral, cuando el día falla: Cuerpo infinito. Dra. Giada Eva Elisa Tarantino Historiadora del arte Fondazione Constanza

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